No somos emprendedores, empresarios, autónomos, directivos, CEO’s. Somos profesionales y todos, del primero al último, vendemos.
Vendemos una imagen.
Vendemos lo que sabemos hacer.
Vendemos utilidad.
Vendemos transformaciones.
Y vendemos desde que somos críos. Es más, somos mucho más hábiles con la venta y la persuasión cuando tenemos menos de 10 años.
Vendemos, punto.
Vale pero siempre parece mucho más sencillo pensar en vender cuando somos emprendedores y no tanto cuando estamos trabajando por cuenta ajena, así que… ¿cómo aplicamos esta lógica de la venta si trabajamos para otros?
Piensa.
En ese caso tu jefe bien podría ser tu cliente, ¿no te parece?
Pero demos un paso más. Si quieres potenciar tu marca personal trabajando por cuenta ajena y hacerte un hueco en tu sector, ser reconocido y demás, necesitas dar un paso al frente.
Llámale:
- compartir contenido donde sea
- hacer networking y construir relaciones
- provocar nuevas oportunidades
Imagínate que yo continuara en mi puesto de directora de marketing.
No estaría nada mal buscar ese impacto positivo difundiendo mi conocimiento.
Al cabo de un tiempo, y si mi contenido merece la pena, mi influencia crecerá.
La probabilidad de que surjan nuevas oportunidades se incrementa, y puede que incluso alguien que esté organizando un evento de marketing digital me llame para ser ponente.
¡Puede que hasta me paguen por subirme al escenario!
Sigo siendo trabajadora por cuenta ajena, mando intermedio y todas esas vainas, y además consigo una nueva línea de ingresos.
¿A quién le amarga un dulce?
Incluso puede que en este viaje conozca a gente potente dentro del mundo del marketing, con una visión sobre la gestión de marca personal parecida a la mía y me proponga un proyecto conjunto.
No es ciencia ficción. Pasa, y pasa a menudo.
Poco a poco iría desarrollando mi rol de speaker y conferenciante, y mi posicionamiento estaría cada vez más reforzado.
¿Tengo que dejar mi trabajo? No.
Si estoy feliz, me aporta y me desarrollo ejerciendo mi rol, para qué cambiar.
Mi marca personal irá incrementando su valor en el mercado. Y eso conviene.
Me conviene a mí, y a ti también te conviene hacerlo.
Y cada día crece. Alimento mi marca.
Le doy de comer y ella me lo agradece devolviéndome una nueva línea de ingresos, o dos, o tres.
Sigo.
Habrá quien quiera hacerme una entrevista.
Me pedirán que participe en tal pódcast, o hacer un directo en Instagram o en LinkedIn.
Y llegaré a personas que todavía no me conocen.
Es más, es muy probable que le guste a más de un asistente/oyente/etc. y quieran dejarme feedback o recomendación. Ya sabes, eso que los del marketing llamamos prueba social.
Y la puedo recopilar. Vamos, puedes y debes recopilarla.
Puedo incluso puedo abrir canales de comunicación propios si me da la gana. Un blog, por ejemplo.
Compartes, te relacionas, seduces, enamoras y provocas nuevas oportunidades, ergo, vendes.
¿Y sabes que pasa? Pues que como alimento muy bien a mi marca personal, está engordará su valor.
Pero claro, tal vez trabajar para provocar todo esto te parece demasiado esfuerzo. Pero, ¿y si …?:
- ¿Y si mañana tu situación profesional cambia? ¿Qué pasa si un viernes alguien te llama al despacho y te despide?
- ¿O qué pasa si en un momento dado decides que quieres cambiar de aires? ¿Buscar trabajo en otra empresa?
¿Sabes la cantidad de veces que cambiamos de trabajo a lo largo de nuestra vida laboral?
Trabajar para mejorar el valor en el mercado de tu marca personal no sólo te dará mayor libertad, sino también seguridad.
Resumiendo, todos vendemos independientemente de cuál sea nuestra situación actual ahora.
Y la venta es algo natural, humano, honesto y positivo. No la envuelvas de aquello que no es. Todo dependerá de cómo tú te acerques a ella y cómo comuniques para que tu valor en el mercado no dejes de crecer nunca.
¿Ya lo estás haciendo?